Una sala de rayos X veterinaria es importante para prestar un servicio integral y más dedicado a las mascotas que necesitan recuperarse de algún dolor, molestia o rotura.

No obstante, los dispositivos que posibilitan el servicio de una sala de rayos X veterinaria no son de fácil acceso y es necesario cumplir una serie de requisitos para obtener los permisos para esta actividad.

La seguridad, una de las prioridades en una sala de rayos X veterinaria

Teniendo en cuenta las radiaciones que emiten estos dispositivos, es fundamental conocer todos los protocolos y las técnicas más adecuadas para mantener bajo control los posibles alcances a las personas que trabajen en estos entornos.

Las radiaciones de esta maquinaria son ionizantes, es decir, son altamente perjudiciales para los tejidos si se atiende a la posibilidad de ionización del agua y, en consecuencia, la producción de radicales libres que pueden generar un daño tisular.

Dependiendo del porcentaje de radiación al que se exponga un cuerpo, los efectos pueden ser muy diferentes, pudiendo sufrir rupturas en la cadena del ADN, daño del nucleolo, problemas en la mucosa intestinal o en la médula ósea.

Las más expuestas a problemas generados por esta actividad son las células que se pueden dividir y estos efectos pueden ser de mayor o menor intensidad, pudiendo restituirse con rapidez o, en los peores casos, ser letal para la célula.

Por qué ofrecer radiología en una clínica veterinaria

A pesar de los riesgos inherentes a este método de diagnóstico, siempre que se adopten correctamente los protocolos de seguridad establecidos por las autoridades competentes.

Ten en cuenta que las radiografías son pruebas diagnósticas rápidas, mínimamente invasivas para las mascotas, que ofrecen información más precisa al facultativo sobre las molestias de los animales.

A pesar de que se requiera una inversión un tanto costosa, se ha comprobado que se trata de una técnica diagnóstica altamente rentable, además, con una rápida amortización.

Cómo ofrecer esta técnica

Son varias las gestiones a las que debes atender antes de tomar una decisión tan vital para el devenir de tu centro de cuidados veterinarios, principalmente las siguientes:

  • Adaptación de las instalaciones ya existentes para la prestación de este servicio
  • Cumplimiento de los requisitos legales y administrativos
  • Elección de la mejor maquinaria para garantizar un servicio preciso y seguro

A continuación, te detallamos cada uno de estos pasos para que conozcas el procedimiento más adecuado para tu caso.

Adecuación de la sala dedicada a las sesiones de radiología

Una de las primeras decisiones del responsable de este centro es la elección y posterior adaptación de una sala para realizar estas pruebas.

Esta estancia debe tener sus paredes completamente plomadas, especialmente desde la altura de las rodillas hacia arriba o, en su defecto, contar con un mínimo de 40 cm de grosor de hormigón.

De esta forma, se maximiza el aislamiento de la sala de rayos X veterinaria para un servicio totalmente seguro.

Cumplimiento de las exigencias legales y administrativas

Las instalaciones radiológicas deben estar declaradas ante el Ayuntamiento de la localidad en la que esté situada la clínica o el centro veterinario, mediante el registro en la licencia urbanística correspondiente.

A este documento, se le deben añadir un impreso de solicitud y los anexos 1.A y 1.B cumplimentados, así como el justificante del pago de las tasas, a cargo siempre del veterinario interesado en la prestación del servicio, y presentarlos en la Dirección General de Industria, Energía y Minas de la Comunidad Autónoma.

Además de esto, el profesional debe obtener el título de Director de Instalaciones de Radiodiagnóstico que expide el Consejo General de Industria y Energía Nuclear.

Elección de un equipo adecuado para tus intereses y los de tus clientes

Lo primero, en este sentido, es verificar que la empresa responsable de la venta de equipos situados en una sala de rayos X veterinaria esté reconocida como EVAT (Empresa de Venta y Asistencia Técnica autorizada para equipos de este tipo), lo que se puede reconocer mediante el marcado CE, el certificado de aceptación del equipo y la documentación que atestigua la conformidad del equipo informando sobre el modelo y sus características técnicas.

Otro de los requisitos indispensables es el Certificado de conformidad expedido por una UTPR (Unidad Técnica de Protección Radiológica Autorizada), aportando un plano de las instalaciones y señalando el lugar en el que se desarrollará esta actividad, lo que será de gran ayuda para el estudio de blindaje y protección de la sala escogida. Esta entidad es la encargada de realizar las revisiones periódicas de los equipos e instalaciones, dotar de equipos de dosimetría (que registran la cantidad de radiación en cada sesión) y elaborar un programa de garantía adaptado al Reglamento de Protección Sanitaria contra Radiaciones Ionizantes.

En este trabajo, se especifican las medidas de seguridad esenciales, como el equipamiento de protección radiológica, que consta de delantal, protector de tiroides, manoplas y gafas

El veterinario debe colocar también un cartel de “Zona Controlada por riesgo de irradiación” en un lugar visible de la sala.

Por último, a la hora de escoger entre la amplia variedad de equipos del mercado, lo ideal es recurrir a un servicio que te sugiera la versión más adecuada según tus intereses, ya que no es lo mismo usar estos recursos para pequeñas mascotas que aquellos profesionales que suelen salir al campo para tratar caballos y otras ganaderías, para lo cual sería más adecuado un dispositivo portátil.

Para tener un control total de estas clínicas y estudiar todos los avances de cada tecnología y tratamiento prestado, así como determinar su rentabilidad, lo mejor es contar con un software de gestión de clínicas veterinarias de calidad como el que te ofrecemos.